Críticas


Crítica de Manolo Ferreras

Amor y fantasía de acrílico y plasmación del ruido… en “Paisajes de la ciudad dormida”, púrpura profundo, círculos pendulares peinados en variaciones eternas, irrepetibles, danza y danza al compás verado, y varado; en sus collages inciertos de mensajes tan personales!, muy original, distinto, de un post abstracto capaz de endilgarse parámetros mironianos de destello braquianos que chocan, con su preciosismo de juegos de luz y formas, su positivismo, frente a la “oscuridad” de los demás…Tiene un pincel cargado de futuro.

Crítica de Alejandro Morcillo

¿Cuántos entornos puede componer a la vez nuestra razón?...
¿En cuántas direcciones podemos avanzar hacia la verdad?...
¿De cuántas emociones podemos nutrirnos para descubrir la realidad?...
Muy posiblemente se trate de cuestiones sin una respuesta lógica, y tal vez debamos aprender a desprendernos del conocimiento para su respuesta. Con seguridad el verdadero aprendizaje comprenda dejarse imbuir por las sensaciones que nos brinda la propia Vida, aquellas que constituyen lo único real y tangible.

David Heras ha descubierto muy bien el secreto que guarda esta verdad.
Una búsqueda infinita en la que el camino, en sí mismo, es el medio idóneo para obtener un sin fin de sentidos sin sentido que hacen de su trabajo un conjunto eterno de mensajes puros, pasionales, directos...Dardos en la mirada que, como un lenguaje codificado, transmiten emociones primitivas y viscerales hacia el nunca indiferente espectador.

Materia sin forma en una primera época en la que su obra pedía ser tocada, sentida con la piel. Y formas en el filo de la abstracción más adelante con piezas de apariencia sencilla, casi minimalistas, pero con extraños mensajes ocultos a la manera de complejas iconografías sensitivas en danzas eternas de color. Grandes formatos que arropan y obras diminutas para fijar la atención. Y un trabajo más actual en el que la experimentación pluridisciplinar nos ofrece series de carácter mucho más complejo y paradigmático. Conjuntos inacabados de imágenes alteradas en las que la realidad, difusa y manipulada, se nos descubre oculta bajo infinitas capas de pura emoción.

David Heras ha recorrido un largo camino en su carrera artística. Su obra, aparentemente ecléctica, persigue con ritmo acelerado el deseo de búsqueda de experiencias, de sensaciones. Sin duda el objetivo más sincero del artista... y el más necesario para el observador. Una realidad fragmentada y múltiple captada por la mirada de un creador infatigable que nos expone un rico mundo de continua experimentación interior.

Experimentar con la emoción, sin duda, es el verdadero camino para descubrir la realidad. Y no existe otro.


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